Cuantas veces tenemos que darnos de “frentazos” en la vida para comprender que lo que hacemos esta mal, o en su defecto, qué es lo que nos hace cambiar de opinión en la vida.
Pueden ser varias circunstancias, pero definitivamente lo que más nos cuesta a los seres humanos es conocernos. Cuando lo sabemos vemos nuestra realidad propia y lo que deseamos podremos realizarnos en la vida. Las personas que siempre cambian y nunca son capases de terminar las cosas, es gente que simplemente no sabe lo que quiere, que busca y vive del momento, pero del momento según el cual me convenga.
Si ahorita me conviene ser presidente lo puedo hacer, pero al rato panadero soy. No terminamos por darnos cuenta de lo que somos y nos movemos al ritmo de la gente. Una identidad personal es necesaria para hacer nuestro propio camino en la vida, de tal forma que si arriesgas tienes la plena satisfacción de decir: “me equivoqué”.
Pero ser papalotes por la vida es nunca tener la vista plena en aquello que quiero ser. Un chavo de Prepa me comentaba que él no creía en muchas cosas de religión, que tiene muchos conflictos. Lo primero que le pregunté: ¿Sabes quién eres tu? ¿conoces realmente lo que crees? sus respuestas fueron muy dudosas y le dije: primero demuéstrate la capacidad que tienes de creer, sino la tienes y no te conoces, así fueras budista o judío jamás creerás en nada.
Es valioso conocernos y estar convencido de lo que soy, no podemos andar por la vida probando y probando, signo claro que no tenemos un plan de vida.
Nuestro vida debe tener un rumbo, un ideal y aferrarnos a él porque realmente estamos convencidos de lo que deseamos.